La adolescencia es una etapa de gran vulnerabilidad. Es un momento crucial en la construcción de la identidad, caracterizado por la exploración, la búsqueda y la construcción de una visión propia. Durante esta etapa, se toma distancia de la tutela parental para vivir nuevas experiencias y establecer nuevos vínculos. Se afianzan los cimientos de la autoestima y se forja una visión de futuro.
El antes niño se proyecta ahora como un sujeto independiente, descubre sus gustos, intereses, motivaciones e inclinaciones afectivas, y construye sus valores.
En suma, se desliga de la imagen paterna y comienza a definirse a sí mismo. Este proceso, complejo y exigente, es fundamental para el desarrollo personal, emocional y social de los jóvenes. Sin embargo, cuando ocurre un evento de alto impacto, estas dinámicas se ven profundamente afectadas. En este sentido, la maternidad (inesperada e indeseada) representa para Luisa un salto al vacío. Se siente arrancada de sí misma, sin tiempo ni espacio para descubrir quién es o qué desea. Sobredeterminada por su condición de madre, siente que desaparece como individuo. Obligada a pasar, sin transición, de niña a madre, asume un rol adulto sin haber transitado plenamente por la adolescencia, sin haber conquistado su independencia ni afirmado su individualidad. Para ella, esto resulta sumamente violento. Este es el marco que explora la novela.
Además, Luisa ve frustrada su educación, restringidas sus posibilidades de trabajo y absolutamente limitada su autonomía personal y económica. Tristemente, el caso de mi personaje no es aislado; de hecho, es todo lo contrario. Según un informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas, las mujeres que tienen su primer hijo en la adolescencia tienen tres veces menos probabilidades de acceder a estudios universitarios y sus ingresos pueden ser hasta tres veces menores que los de las mujeres que son madres después de los 20 años (esto considerando únicamente variables socioeconómicas).
Esta situación es alarmante si se tiene en cuenta que, en América Latina, aproximadamente 1,6 millones de niñas y adolescentes entre 10 y 19 años dan a luz cada año. En particular, en Colombia, la tasa de natalidad en adolescentes de entre 15 y 19 años es del 20%.