Colombia ya envejece: el país que heredarán los jóvenes será de adultos mayores

Written by on 11/12/2025

 

La nación vive una transformación silenciosa pero decisiva: está dejando de ser
joven. Durante décadas, la prioridad fue educar y emplear a nuevas generaciones;
hoy, el reto empieza a desplazarse hacia el cuidado, la salud y la sostenibilidad del
sistema pensional. Las familias son más pequeñas, la maternidad se posterga y la
esperanza de vida aumenta. El resultado ya es visible. En 2024 se registraron
445.011 nacimientos, la cifra más baja en diez años y 13,7 % menos que en 2023,
según el DANE. Paralelamente, los mayores de 60 años ya suman 7,6 millones de
personas, es decir, el 14,5 % de la población nacional.
No es una excepción regional. La CEPAL advierte que, para 2050, una de cada
cuatro personas en América Latina será adulta mayor, un escenario que marcará
un antes y un después: menos población activa y más ciudadanos que
demandarán cuidados, asistencia y sistemas de protección robustos.
Ante ese panorama, surge una pregunta inevitable: ¿quién cuidará a la Colombia
envejecida? La respuesta recaerá en los jóvenes de hoy, quienes no solo deberán
sostener las pensiones, sino también asumir nuevas responsabilidades afectivas y
de atención.
“El país está envejeciendo más rápido de lo que se preparan sus instituciones. Si
no actuamos ahora, los jóvenes no heredarán deudas, sino personas que
requerirán mayores cuidados y atención”, advierte Massiel Dayana Castillo
Triana, docente del programa de Trabajo Social de Areandina, sede
Bogotá.
Menos nacimientos, más carga: el relevo que no llega
Las señales del desajuste generacional ya son evidentes. La informalidad alcanzó
el 55,2 % entre junio y agosto de 2025 (cifras oficiales más recientes), lo que
significa que más de la mitad de quienes trabajan no aportan al sistema pensional,
de acuerdo con el DANE. Mientras tanto, Colpensiones paga 1,8 millones de
mesadas, pero el equilibrio se rompe: cada vez hay menos cotizantes y más
personas que dependen de una pensión.
La reforma pensional (Ley 2381 de 2024), llamada a modernizar el sistema desde
julio de 2025, aún continua en suspenso por decisión de la Corte Constitucional. El

país continúa regido por la Ley 100 de 1993, sin ajustes concretos para enfrentar
el envejecimiento de la población.
Sin embargo, el mayor desafío no es solo económico, sino doméstico. La Encuesta
Nacional de Uso del Tiempo revela que las mujeres asumen el 70 % de las labores
de cuidado, con jornadas de 7 horas y 44 minutos diarias de trabajo no
remunerado, frente a 3 horas y 6 minutos de los hombres. Con más personas
dependientes, esa carga —invisible y no remunerada— crecerá dentro de los
hogares.
“Hablar de envejecimiento no es referirse solo al futuro, es hablar del presente.
Hoy, millones de familias ya cuidan en silencio y sin apoyo del Estado”, enfatiza
Castillo.
El mayor riesgo no es fiscal, es quién cuidará a los mayores
Mientras el país centra el debate en pensiones y sostenibilidad fiscal, el verdadero
hueco está en el cuidado. Colombia no cuenta con una ley, ni con presupuesto ni
con una estructura formal para atender a una población que envejece. A diferencia
de países como Japón o Alemania, que tienen seguros públicos de dependencia, o
Uruguay, que implementó un sistema nacional de cuidados, aquí la responsabilidad
recae en los hogares y, sobre todo, en las mujeres.
“El cuidado será uno de los grandes sectores laborales del futuro. Pero sin política
pública, lo pagarán con su tiempo los jóvenes y, especialmente, las mujeres”,
señala la docente de Areandina.
De otra parte, la OMS proyecta que la población mayor de 80 años se triplicará
entre 2020 y 2050, lo que exigirá atención diaria, tecnologías de asistencia y
personal especializado. Sin preparación, esa demanda no se transformará en
empleo formal, sino en sobrecarga familiar.
Y es ahí donde está el verdadero punto de quiebre. La misma generación que hoy
se queja, no todos, pero si una buena mayoría, de tener trabajos precarios y no
muy bien pagos, será la encargada de sostener, no solo el sistema pensional, sino
también el cuidado de padres y abuelos con mayores niveles de dependencia. El
impacto puede ser triple:
● Fiscal: más gasto en salud y subsidios con menos aportantes activos.
● Familiar: interrupción de estudios o empleo por asumir cuidados.
● Social: nuevas brechas entre quienes puedan pagar asistencia y quienes no.

En conclusión, Colombia, que durante décadas se presentó como un país joven,
enfrenta el giro más profundo de su historia social. Lo que está en juego no es
solo la vejez de los mayores de hoy, sino el destino de los jóvenes de mañana.


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