De la reacción a la previsión: cómo el monitoreo de infraestructura de TI evolucionó hasta convertirse en un pilar del negocio
Written by Jose de Jesus Prieto on 01/12/2025
hasta convertirse en un pilar del negocio
Por Francisco Larez, Vicepresidente de Progress Software para América Latina y el Caribe.
El mercado de transformación digital es uno de los principales motores de la economía global. Según previsiones de la consultora Markets and Markets, el sector moverá US$ 1.11 billones en 2025 y ese valor podría alcanzar los US$ 1.86 billones hacia 2031. En este escenario, las empresas ya no compiten únicamente por productos o servicios, sino por la capacidad de navegar en un territorio digital en constante mutación. Tecnologías inteligentes y conectadas han remodelado las operaciones, integrando de manera continua procesos de negocio, infraestructura de TI y experiencias del cliente en un ecosistema dinámico.
Con esta evolución, las operaciones críticas de las compañías dependen cada vez más de redes, servidores y aplicaciones. Cualquier inestabilidad en esos sistemas puede comprometer no solo la productividad, sino también la reputación y los ingresos. Por esa razón, confiar en que los problemas se revelen por sí solos o actuar únicamente frente a fallas críticas ya no es viable, y el monitoreo de infraestructura de TI —o ITIM (IT Infrastructure Monitoring, por sus siglas en inglés)— se ha consolidado como un requisito estratégico y primordial para el éxito.
Desde el punto de vista operativo, este enfoque se define como un conjunto de prácticas, herramientas y procesos utilizados para acompañar en tiempo real la salud, el rendimiento y la disponibilidad de todos los componentes que sostienen el entorno tecnológico de una organización. Funciona como un “panel de control” que indica si servidores, redes, bases de datos, aplicaciones y otros recursos están operando correctamente, lo que permite detectar y corregir problemas antes de que impacten a los usuarios o al negocio.
En el contexto latinoamericano, el monitoreo asume un papel aún más relevante, impulsado por una combinación de factores económicos y tecnológicos que influyen directamente en la competitividad de las empresas. Al ofrecer visibilidad continua sobre el rendimiento de la infraestructura, el ITIM permite detectar y corregir fallas, minimizando riesgos de inactividad y reduciendo costos de soporte de emergencia.
Por medio de este monitoreo, es posible identificar si la lentitud en un sistema de pago se debe a una sobrecarga en la base de datos o a un congestionamiento de red, evitando que el problema llegue al usuario final únicamente en forma de quejas. De manera complementaria, el monitoreo de rendimiento de aplicaciones (APM, o Application Performance Monitoring) mide la experiencia del usuario final, capturando métricas como tiempo de respuesta, tasa de errores, Apdex score, número de transacciones y usuarios activos. Así, ITIM y APM ofrecen una visión integral: desde la infraestructura física o virtual hasta la experiencia final del cliente.
No obstante, a pesar de los beneficios, este enfoque también enfrenta desafíos. Muchas empresas todavía utilizan herramientas fragmentadas de monitoreo, que solo acompañan una parte de las operaciones de TI. En el extremo opuesto, algunas se enfrentan a un exceso de alertas irrelevantes que sobrecargan a los equipos. También es común la ausencia de reportes capaces de correlacionar métricas técnicas con impactos en el negocio, lo que reduce la velocidad y la precisión de las decisiones. En entornos híbridos (que combinan nube pública, privada y edge computing), la integración entre capas sigue siendo uno de los puntos más sensibles.
Para superar estos obstáculos, las herramientas de ITIM mapean dispositivos, servidores, aplicaciones y enlaces de comunicación, incluso en ambientes híbridos o multi cloud, ofreciendo visibilidad integral de la topología de red. Al acompañar métricas como uso de CPU, memoria, I/O de disco, latencia, throughput (tasa de transferencia que mide el volumen de datos que circulan por una red) en un período determinado y ancho de banda, los equipos dejan de reaccionar únicamente a síntomas y pasan a actuar sobre las causas. De esta forma, más que garantizar estabilidad, el ITIM se convierte en un aliado directo de la experiencia de aplicaciones.
Otro aspecto relevante es el valor histórico de los datos recolectados. El ITIM evoluciona de una práctica reactiva a un enfoque proactivo e incluso predictivo, permitiendo prever aumentos de demanda, planificar actualizaciones y optimizar inversiones. En mercados de rápido crecimiento, como el latinoamericano, esta previsibilidad representa una ventaja competitiva.
En este escenario, el monitoreo de infraestructura permite identificar tráfico anómalo, patrones sospechosos y vulnerabilidades antes de que se transformen en incidentes graves. Esta capacidad de detección y respuesta rápida fortalece la postura de seguridad y reduce significativamente el riesgo de invasiones y filtraciones de datos.
Además, el ITIM respalda el modelo Zero Trust, cuyo principio es: “nada en la red es confiable hasta ser verificado”. A medida que las empresas migran a la nube y la fuerza laboral se vuelve más distribuida, el Zero Trust se vuelve esencial. Así, las soluciones de ITIM dejan de ser únicamente buenas prácticas para convertirse en elementos críticos para el éxito de los negocios modernos.
Cuando se combina con el monitoreo de dispositivos y el APM, el ITIM amplía la visibilidad, permitiendo rastrear conexiones hasta el proceso de origen, correlacionar eventos y activar respuestas automáticas mediante playbooks. Esta capacidad de conectar puntos técnicos y operativos transforma datos dispersos en una narrativa única sobre el estado real del negocio, creando el terreno perfecto para decisiones más rápidas, precisas y estratégicas.
De este modo, más que una función de soporte, el ITIM representa un cambio de paradigma: desplaza el foco de la reacción hacia la anticipación y de la operación aislada hacia la visión integrada. A medida que la infraestructura de TI se convierte en el propio cimiento del negocio, monitorear no es solo “mirar hacia dentro”, sino trazar el mapa del terreno donde la empresa compite. Para quienes comprenden esta lógica, el monitoreo deja de ser un simple radar de problemas para transformarse en un mapa del negocio, capaz de anticipar rutas, evitar trampas y revelar caminos que los competidores ni siquiera saben que existen.