Empresas colombianas ante el escrutinio global: riesgos reales, decisiones urgentes
Written by Jose de Jesus Prieto on 13/11/2025
Por Juan Uribe, Gerente de Planificación de Mercado de LexisNexis Risk Solutions
La lucha internacional contra el tráfico de fentanilo y las redes criminales transnacionales ha
cambiado las reglas del juego. Hoy en día, las empresas en Colombia, desde los bancos
hasta las fintech, desde las exportadoras hasta las empresas de logística, deben asumir que
la exposición a sanciones financieras, rutas bloqueadas o entidades prohibidas no es una
posibilidad remota, sino un riesgo creciente y tangible. Según la Oficina de las Naciones
Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), los delitos financieros basados en el comercio
a nivel mundial superan los USD $1,6 billones anuales, y América Latina es una de las
regiones más vulnerables.
Esta misma oficina estima que la cantidad de dinero lavado a nivel mundial en un año oscila
entre $ 800 mil millones y $ 2 billones de dólares, lo que equivale a entre el 2% y el 5% del
PIB mundial.
La incapacidad de los sistemas tradicionales para detener este sangrado impulsa la
demanda de trazabilidad completa y en tiempo real.
Un nuevo estándar de responsabilidad global
En los últimos años, la OFAC (Oficina de Control de Activos Extranjeros) y la FinCEN
(Financial Crimes Enforcement Network), ambas agencias del Departamento del Tesoro de
Estados Unidos, han intensificado su vigilancia. Pero lo verdaderamente disruptivo es el
cambio en su enfoque: ya no solo persiguen a las organizaciones ilícitas, sino también a las
instituciones que, por omisión, carecen de control o comprensión, facilitando, incluso sin
saberlo, operaciones con un riesgo sustancial de lavado o financiamiento ilícito.
El caso de junio de 2025 marcó un antes y un después: la designación de tres instituciones
financieras mexicanas como "instituciones de principal preocupación por el lavado de
dinero" bajo la Sección 311(a) de la Ley Patriota de EE. UU. La consecuencia fue
inmediata: suspensión de operaciones en dólares, desconexión de sistemas de pago,
pérdida de corresponsales y daño reputacional irreversible. No eran bancos globales. Eran
entidades regionales de tamaño mediano. Ése es el nuevo estándar.
Un informe de LexisNexis Risk Solutions de 2024 estimó que el costo total del cumplimiento
de los delitos financieros solo en los EE. UU. y Canadá superó los $61 mil millones anuales.
Sin embargo, el costo de la inacción es mayor y la inversión en tecnología es
significativamente menor que el costo de una sola multa por incumplimiento.
Desde programas de cumplimiento estáticos hasta ecosistemas tecnológicos
dinámicos
Este precedente redefine el cumplimiento en América Latina. Los formularios de “Conozca a
su cliente” (KYC) o las auditorías anuales ya no son suficientes. Se requiere trazabilidad
total y en tiempo real:
¿Quién paga y quién recibe?
¿Qué mercancía o servicio se comercializa?
¿Por cuáles rutas, embarcaciones o jurisdicciones pasan?
¿Cuál es el propósito económico de la operación?
Alcanzar ese nivel de detalle sin tecnología avanzada es imposible. La automatización, el
análisis de datos, la inteligencia artificial y las plataformas de orquestación de riesgos son
hoy los pilares del cumplimiento efectivo.
Soluciones como la detección automatizada de piezas y mercancías, el monitoreo continuo
de transacciones y los módulos de gestión de sanciones permiten a las instituciones
anticipar riesgos antes de que se conviertan en crisis y reducir el tiempo de procesamiento
de alertas y falsos positivos hasta en un 60%, mientras que las soluciones de IA pueden
reducir la tasa de estos "falsos positivos" en el monitoreo de transacciones en un promedio
del 19%, permitiendo a los analistas centrarse en los riesgos reales.
Las entidades que integran procesos de cumplimiento ágiles y completos pueden acelerar la
toma de decisiones, fortalecer la defensa contra corresponsales, auditores y reguladores
internacionales y evitar sanciones multimillonarias.
Impacto más allá del sector financiero
El riesgo ahora se extiende más allá de los bancos y corredores. Las empresas no
financieras como comerciantes, exportadores, transportistas, agentes de aduanas y
operadores logísticos también están en riesgo. Una sola transacción con un proveedor o
comprador incluido en listas sancionadoras puede ser suficiente para desencadenar
bloqueos, congelación de cuentas o exclusión de los mercados internacionales.
En 2023, la OFAC multó a un banco sueco con más de 6 millones de dólares por
violaciones de las sanciones. Aunque es un banco, la violación clave fue el procesamiento
de transacciones de un cliente (una compañía naviera) cuyo buque operaba en Crimea (una
jurisdicción sancionada). Los exportadores colombianos corren el riesgo de sanciones si
utilizan compañías navieras con buques sancionados o pasan por puertos bloqueados,
poniendo en peligro sus operaciones y finanzas.
En un país con una fuerte vocación exportadora como Colombia (rubro que representa el
16% de su PIB en 2024, según datos del Banco Mundial), esta vulnerabilidad es
especialmente alta. En 2023, los cultivos ilícitos alcanzaron las 253.000 hectáreas, un
aumento del 10% en comparación con el año anterior. Sin herramientas de detección para
contrapartes, rutas comerciales o plataformas para monitorear alertas regulatorias globales,
muchas empresas siguen sin ser conscientes de los riesgos significativos. Las
consecuencias: sanciones, pérdida de socios estratégicos y daño a la reputación
corporativa.
En 2025, una empresa de logística global pagó 608.825 dólares por violaciones de las
sanciones cubanas cometidas por su filial colombiana. Esto demuestra que la OFAC aplica
la responsabilidad extraterritorial directamente en Colombia.
Colombia bajo la lupa
La reciente descertificación parcial en la lucha contra las drogas mantiene al país bajo
observación diplomática y financiera. Estudios de la Universidad de San Buenaventura
estiman que el potencial impacto económico podría superar los USD $4.000 millones,
afectando las exportaciones, la cooperación internacional y el acceso al financiamiento. Los
casos de empresas sancionadas por exportaciones que violaron embargos, o de entidades
eliminadas de la lista de la OFAC después de años de litigio, muestran la fragilidad del
contexto local.
La reducción del riesgo (derisking), mediante la cual los bancos internacionales reducen su
exposición a países de alto riesgo, ya erosiona las relaciones históricas y limita el acceso a
los servicios financieros globales.
Informes de organizaciones como el Banco Mundial o encuestas de bancos regionales
(como la Federación Latinoamericana de Bancos, FELABAN) han mostrado esta tendencia.
Por ejemplo, en encuestas realizadas en los últimos años, un porcentaje significativo de
bancos en América Latina (a menudo entre el 30% y el 40%) informan haber perdido al
menos una relación de corresponsalía bancaria (CBR) debido a la reducción de riesgo por
parte de los bancos globales, que citan el costo excesivo del cumplimiento y el riesgo
regulatorio en la región.
En Colombia, la inversión extranjera directa cayó un 24% durante el primer semestre de
2025, en comparación con el mismo período de 2024.
De la reacción a la anticipación
El desafío es estratégico, no técnico. La gestión de riesgos ya no pertenece solo a los
departamentos de cumplimiento: debe involucrar a los comités de riesgos, los consejos de
administración y los equipos operativos. Anticiparse implica integrar inteligencia contextual,
trazabilidad de documentos y una gobernanza sólida. Pero, sobre todo, requiere de una
tecnología interoperable, capaz de conectar fuentes de datos, automatizar decisiones y
documentar cada paso de la operación.
Conclusión: tecnología para sobrevivir
En el nuevo orden financiero global, la inacción tiene un costo exponencial. Las
organizaciones que invierten en infraestructura de tecnología de cumplimiento hoy en día,
desde soluciones de orquestación hasta motores de detección, monitoreo transaccional y
análisis de exposición, estarán preparadas para operar bajo los más altos estándares.
El mensaje para el ecosistema empresarial colombiano es inequívoco: la ignorancia ya no
protege. La falta de transparencia es ahora inaceptable. Y la tecnología no es opcional.
En este entorno, la única ventaja competitiva es la prevención inteligente.