Salvando vidas en medio de la guerra: un héroe sin armas
Written by Jose de Jesus Prieto on 05/09/2025
El sacrificio y la entrega absoluta definen a Robinson Flórez, un soldado profesional de 37 años de edad, con más de 17 de servicio en las Fuerzas Especiales del Ejército Nacional.
Nació en Belén de Umbría, Risaralda, en el seno de una familia campesina y trabajadora. Su infancia, marcada por la pujanza de los productores de café, forjó en él las cualidades humanas que caracterizan su cultura.
A sus 18 años, ingresó al Batallón de Artillería de Campaña N.º 8 San Mateo, en Pereira, para prestar su servicio militar, donde reafirmó su vocación de servicio. Desde niño, sintió el impulso de ayudar a los demás, y esto lo llevó a especializarse como enfermero de combate, una ocupación peligrosa que busca a toda costa que el personal de su compañía regrese sano y salvo, y siendo luz en medio de las tinieblas.
Diariamente se entrena para afrontar misiones de alto riesgo en terrenos complejos. Su preparación es rigurosa y su capacidad de adaptación se ha convertido en un pilar fundamental para el éxito de las operaciones de esta unidad élite del Ejército, pues las Fuerzas Especiales se caracterizan por su agilidad, versatilidad y capacidad para operar en entornos hostiles.
El soldado Flórez se ha convertido en un héroe que opera sin armas en misiones militares secretas de Colombia, él ha visto caminar a la muerte en muchas circunstancias.
En cada misión, debe actuar con precisión y coraje en escenarios extremos. Le apasiona hablar de sus innumerables operaciones y, aunque ya perdió la cuenta, asegura que si volviera a nacer elegiría esta profesión tan gratificante, asegurando que no solo es talento, sino la disciplina y la capacidad para capacitarse a diario para ser siempre el mejor.
Su vida está en constante riesgo y, aunque habla todos los días con sus papás, les omite muchos detalles de su trabajo. Afirma que antes de cada misión, él y los otros comandos se encomiendan a Dios, para que cada uno pueda volver a abrazar a sus seres queridos.
Sus compañeros le dicen el Chamán, por su persistencia y habilidad para encontrar soluciones ante cada dificultad. Afirma que, si alguien quiere volar, debe andar con águilas, y que cada operación es diferente; que sigue sintiendo miedo, pero que jamás pierde de vista su objetivo principal: salvar la vida de un compañero caído.
Tiene un amplio recorrido militar, y se enorgullece de haber sido parte de la milagrosa Operación Esperanza, una misión de búsqueda y rescate que tenía como objetivo encontrar a cuatro niños indígenas, los hermanos Mucutuy, que sobrevivieron a un accidente aéreo en la espesa selva del Guaviare y que permanecieron perdidos durante 40 días.
Este Comando de las Fuerzas Especiales ha visto de frente la muerte; en su pecho no le caben más distintivos: es lancero, paracaidista y experto en salto libre entre otras. Lo visitamos previo a una importante operación secreta de la que poco nos contó, lo vimos completando de forma minuciosa los elementos de su botiquín, él más que nadie sabe que, prepararse ante lo inesperado, puede hacer la diferencia ante la muerte.