La Candelaria: El Corazón Histórico que Late con la Fuerza de una Líder

Hay lugares que no solo se habitan, se sienten. La Candelaria es uno de ellos. Un barrio que guarda en sus adoquines la memoria de la ciudad y en sus fachadas de colores, la esencia de un pasado que se niega a morir. Pero hoy, su corazón histórico late con un nuevo ritmo, el de una gestión liderada por la audacia, la sensibilidad y la determinación de una mujer: la alcaldesa Angélica María Angarita Serrano.

Angélica no llegó a La Candelaria para administrarla, sino para entenderla, protegerla y proyectarla. Su liderazgo va más allá de los despachos; es un liderazgo de calle, de puertas abiertas. Es la líder que conversa con los artesanos de la Plaza del Chorro, que escucha a los estudiantes que llenan sus cafés y que se compromete con los residentes que han visto su vida pasar en estas empinadas calles. Es una líder que ha sabido honrar el pasado sin dejar de construir un futuro brillante.

Como mujer en el poder, su presencia es un faro de inspiración. En un escenario históricamente dominado por hombres, Angélica Angarita demuestra que la empatía y la capacidad de construir puentes son la verdadera clave para una gestión efectiva. Su trabajo es un reflejo de su compromiso con la diversidad y la inclusión, asegurando que las voces de todos los actores de la localidad, desde los comerciantes hasta los artistas, sean escuchadas y valoradas.

Su gestión es la prueba viviente de que gobernar con corazón produce resultados tangibles. Ha impulsado la seguridad, no solo con más presencia, sino con estrategias que recuperan el espacio público para la comunidad. Ha promovido la cultura y el arte, reconociendo que son la fuerza vital de La Candelaria y ha liderado proyectos que protegen y restauran el invaluable patrimonio de la localidad, garantizando que su historia siga viva para las próximas generaciones.

En garrapatudo.com, creemos en las historias de líderes que marcan la diferencia. Y la de Angélica María Angarita Serrano es, sin duda, una de ellas. Con cada decisión y cada acción, está reescribiendo la narrativa de La Candelaria, recordándonos que el verdadero poder no reside en un cargo, sino en la capacidad de amar y transformar un lugar.