UN MODELO DE CONSERVACIÓN QUE RENUEVA LA VIDA EN LOS LLANOS ORIENTALES
Written by Jose de Jesus Prieto on 25/07/2025
● El primer banco de hábitat de Latinoamérica combina inversión ambiental, restauración
ecológica y saberes ancestrales para proteger la biodiversidad de la Orinoquia.
● Con 1.352 hectáreas conservadas y más de 30.000 plántulas de 35 especies nativas en
proceso de restauración, demostrando una reconciliación entre desarrollo económico y
naturaleza es posible.
● La inversión en Bancos de Hábitat, ofrece un modelo que combina rentabilidad,
conservación ambiental y desarrollo territorial, abriendo puertas al capital empresarial y
extranjero para Colombia.
Bogotá, julio de 2025. En el corazón de la Orinoquia colombiana, entre morichales, sabanas y
bosques de galería, avanza silenciosa pero firme, una de las apuestas más ambiciosas por el
cumplimiento de obligaciones ambientales en el país: el Banco de Hábitat del Meta (BHM). Con
más de 1.300 hectáreas dedicadas a restaurar y proteger ecosistemas estratégicos, este banco
representa hoy un modelo pionero en Latinoamérica de compensación ambiental, donde la
conservación es más que una obligación, es un pacto con la vida.
Lo que inició hace más de una década como un sueño compartido entre propietarios locales y
Terrasos, empresa especializada en inversiones ambientales, se ha convertido en un referente
nacional de sostenibilidad, articulando esfuerzos del sector hidrocarburos y energético con
comunidades, saberes tradicionales y ciencia aplicada, para la recuperación de ecosistemas.
Este banco de hábitat, el primero en su tipo en América Latina, se ubica en un territorio
históricamente tensionado por actividades agropecuarias, mineras y petroleras, lo que hace aún
más significativa su labor: canalizar inversiones ambientales hacia la restauración de ecosistemas
que hoy son refugio de especies como el jaguar, el chigüiro o el guacamayo, y conservar
corredores ecológicos vitales para el equilibrio del planeta.
El trabajo en el BHM es meticuloso y constante, entre sus viveros crecen más de 30.000 plántulas
de 35 especies nativas, como el guayacán amarillo, la copaiba o el algarrobo. Estas especies,
seleccionadas por su valor ecológico y su capacidad de recuperar la arquitectura del bosque, se
cuidan desde la germinación hasta su aclimatación en campo. Rescatar plántulas en la sabana,
proteger humedales, restaurar suelos degradados y conservar nacederos de agua, es parte del día
a día de este proyecto, que no solo protege la flora y fauna, sino también lo combina con los
saberes de quienes habitan el territorio y se trabaja conjuntamente.
“Los Bancos de Hábitat juegan un papel determinante, al ser un mecanismo capaz de viabilizar
estos recursos eficientemente mientras generan ganancias probadas en biodiversidad que
perduren en el tiempo, así como desarrollo en los territorios donde se implementan”, comentó
Mariana Sarmiento, CEO de Terrasos y añadió, “estos proyectos son una señal muy importante
para el país en la medida en que detona y viabiliza la inversión privada en la creación de estos
bancos de hábitat que operan bajo el principio de pago por resultado. Se abren las puertas a las
empresas para generar inversión local y extranjera en la conservación ambiental”.
Cifras que narran un territorio vivo
El trabajo de crecimiento que vive el BHM, se ha ido ampliado oficialmente ante el Ministerio de
Ambiente y Desarrollo Sostenible <MADS>, por ejemplo, en el 2017 el Banco contaba con 629
hectáreas registradas, para el año 2023 se amplió a 1.126 hectáreas, en donde se encuentran
asignadas 646,03 ha, 12,03 ha en fase contractual, 454,55 ha disponibles y 13,84 ha para las
instalaciones y obras del banco a la fecha de hoy, ya con la segunda ampliación hay disponibles
225,64 ha adicionales.
Este espacio está compuesto por cuatro predios (Matarredonda, Rey Zamuro, El Recreo y La
Colmena), cubriendo un total de 1352 ha, que actúan como lugares de paso y refugio para la
fauna silvestre. Allí, el agua manda: lo inunda todo durante meses y luego desaparece, dejando
atrás un suelo agrietado y fértil, donde este territorio de contrastes, ve al jaguar y el chigüiro
compartiendo silencios ancestrales.
Cabe destacar que este banco es un ejemplo de cómo la responsabilidad ambiental del sector
productivo puede convertirse en acción concreta. Hasta la fecha, se han asignado más de 646
hectáreas a compensaciones ambientales de empresas del sector hidrocarburos y energético, en
las que están: GEB, ONGC, OCENSA, VETRA, CENIT y ODL, todas comprometidas en transformar
sus inversiones en oportunidades para restaurar la vida.
Por otra parte, este modelo innovador ha sido ejemplo para otros bancos de hábitat en el país y el
mundo. Trabajo que se viene desarrollando, gracias a la experiencia de este banco y que se
comparte con los equipos de otros Bancos de hábitat como: La Lope y Mata de Lata en El Cesar y
el Cañón del Río Cauca y el Globo en Antioquia, entre otros, demostrando que la conservación
puede tener acento llanero, pero ecos que se extienden por todo el territorio colombiano.
Cabe señalar que los Bancos de Hábitat no son la única opción para cumplir con las obligaciones de
compensación ambiental. Terrasos, ha venido trabajando en la estructuración de diferentes
mecanismos para la compensación, adaptados a las necesidades técnicas y jurídicas de cada
territorio. Más allá de los Bancos de Hábitat registrados, implementa soluciones flexibles que
incluyen proyectos en predios públicos y privados, alianzas con reservas naturales de la sociedad
civil, acuerdos de conservación con comunidades locales, entre otros, garantizando alternativas
efectivas para cada caso y cumpliendo el objetivo.
Transformar el territorio, más allá del cumplimiento
Detrás de cada hectárea restaurada, hay decisiones sostenidas en el tiempo, alianzas público-
privadas, compromiso de empresas y acciones técnicas que dan nueva vida al paisaje. En lo
corrido de 2024, se han realizado 11 visitas técnicas al BHM, como parte del monitoreo operativo
y cumplimiento ambiental, con participación de autoridades, clientes e instituciones.
Este acompañamiento ha sido clave para convertir la compensación ambiental en una inversión
real, medible y transformadora, transparente, demostrando que los compromisos se cumplen
desde la responsabilidad, el compromiso, el conocimiento, sembrando biodiversidad y
cultivando nuestro futuro. Porque conservar no es sólo preservar el paisaje: es asegurar que
nuestros hijos puedan seguir escuchando los cantos del cucarachero, ver al copetón cruzar el cielo,
y sentir que aún hay esperanza para reconciliarnos con la naturaleza.
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