Un fin de semana movido entre historia, fe y sal
Written by Jose de Jesus Prieto on 10/06/2025
Este fin de semana fue, literalmente, movido. Iniciamos con un sismo de magnitud 6.5 que nos sacudió brevemente el ánimo. Tras el ligero susto y un buen desayuno reparador, emprendimos viaje hacia la famosa mina de sal de Zipaquirá.
Al llegar al lugar, tuvimos que esperar un poco a que el grupo se integrara completamente para dar inicio al recorrido, acompañados de nuestro guía. Él nos relató que la historia de la mina se remonta a más de 25.000 años, cuando los primeros habitantes del continente americano comenzaron a extraer sal en esta región. Posteriormente, los Muiscas —una de las culturas precolombinas más importantes de Colombia— explotaron estas áreas salinas. Para ellos, la sal no solo era un recurso vital para el consumo y la medicina, sino también una valiosa moneda de intercambio.
Desde el inicio del recorrido, pudimos evidenciar la fuerte carga espiritual del lugar: la ruta está marcada por una representación de las 14 estaciones del Viacrucis, cada una esculpida en la roca salina. Estas estaciones invitan a la reflexión y muestran la profunda espiritualidad con la que viven los mineros día a día.
Al término de esta primera parte del recorrido, llegamos a un balcón desde el cual es posible contemplar una majestuosa cruz de 16 metros de altura en la nave central. Luego, nos encontramos con una impresionante figura: el gran ángel con la trompeta, quien proclama: “¡Tocad la trompeta en Sion, clamad en mi monte santo!”. Este símbolo bíblico anuncia la venida de Dios y la resurrección de Jesucristo.
La segunda etapa del recorrido nos llevó al Museo Monumental 180, donde se exhiben esculturas de artistas internacionales talladas en sal y mármol. En total, el museo alberga 22 obras: 11 en relieve sobre las paredes salinas y 11 más en bloques de mármol.
En la Cúpula Central, otra de las joyas del recorrido, se encuentra una cruz de sal iluminada de 16 metros de altura —una de las más grandes del mundo—, símbolo del corazón de la catedral. En este mismo espacio, también admiramos la obra La Creación del Hombre, un homenaje a Miguel Ángel, tallada en mármol por el escultor Carlos Enrique Rodríguez Arango. Cuatro enormes columnas cilíndricas, que representan a los evangelistas San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan, completan la escena. Estas columnas están atravesadas por una grieta que simboliza tanto la natividad como el descendimiento de Cristo.
Ya en los últimos espacios del recorrido, encontramos una sala con un efecto óptico impresionante: el reflejo del agua cristalina en el techo y el suelo genera un efecto de espejo perfecto, que se rompe al soplar ligeramente sobre la superficie, creando ondas que devuelven a la vista su verdadera orientación.
Finalmente, cerramos nuestra visita con la representación de la famosa Leyenda del Dorado. En ella se narra cómo el rey Muisca se cubría de polvo de oro y navegaba hasta el centro de la laguna, donde ofrecía metales preciosos y joyas a los dioses en busca de su protección y bendición. Sin duda, una ceremonia que ha perdurado en la memoria cultural de Colombia y de toda América Latina.