La caída de la natalidad: ¿avance social o riesgo futuro?

Written by on 20/03/2025

El análisis de la semana BBVA RESEARCH

Las nuevas cifras de natalidad y los estudios del DANE encendieron la discusión
sobre el envejecimiento poblacional. ¿Es este fenómeno un signo de bienestar o
de un nuevo desafío social?
Se suele pensar que una caída sostenida en la natalidad refleja un avance en el
bienestar del país. Las mujeres tienen hoy más control sobre su vida reproductiva,
mayor acceso a educación y más participación en el mercado laboral. Según el
Banco Mundial, la tasa de fecundidad en Colombia ha pasado de 2,5 hijos por
mujer en 2000 a 1,6 en 2024. Además, la tasa de fecundidad específica disminuyó
de 69 nacimientos por cada 1.000 mujeres en 2014 a 39 en 2023.
Pero lo que es un logro indiscutible para la equidad de género y la autonomía
personal puede no serlo tanto desde una perspectiva estructural y de largo plazo.
Este fenómeno demográfico, caracterizado por la inversión de la pirámide
poblacional, constituye una modificación estructural de la sociedad, con
implicaciones económicas significativas. Es preciso desmitificar la noción de que el
envejecimiento representa exclusivamente un avance social.
El reto no es revertir la baja natalidad, es adaptarse inteligentemente. No podemos
olvidar que las razones detrás de la disminución de la fecundidad están ligadas a
avances en derechos y oportunidades para las mujeres. Incentivar nacimientos sin
condiciones dignas para la maternidad perpetuaría inequidades y sería poco
efectivo, pues es poco probable que cambie las decisiones sobre el número de
hijos. Se requieren políticas sostenibles para el envejecimiento, que superen la
dependencia de jóvenes cotizantes en pensiones.
Con el envejecimiento demográfico, el sistema de salud se verá sometido a una
fuerte tensión, dada la diferencia en el gasto sanitario entre jóvenes y adultos
mayores. Por ello, se requiere una reforma que prevea el aumento de patologías
crónicas y la esperanza de vida.
La idea de impulsar la natalidad mediante incentivos financieros es atractiva, pero
no suficiente. Las mujeres jóvenes y profesionales planifican sus vidas con criterio,
y necesitan políticas que faciliten la vida laboral y familiar, el cuidado de sus hijos y
el bienestar económico en la vejez.
El envejecimiento demográfico es una realidad que exige un enfoque multisectorial
y políticas integrales que minimicen los riesgos económicos y anticipen las
tensiones que ya se vislumbran.


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