Eventos climáticos extremos afectan la seguridad alimentaria en América Latina y el Caribe, reporta último informe de cinco agencias de la ONU en la región   

Escrito por on 28/01/2025

 

  • Colombia, uno de los 202 países de la región que entre 2013 y 2022 experimentaron alta exposición a eventos climáticos extremos.
  • De acuerdo con el informe, para el periodo 2021-2023 la cifra de subalimentación para Colombia fue de 4,2% (2,2 millones de personas) y la prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave fue de 30,7 %.

 

La variabilidad del clima y los eventos climáticos extremos (como sequías, inundaciones y tormentas) reducen la productividad agrícola, alteran las cadenas de suministro de alimentos, aumentan los precios y afectan los entornos alimentarios, poniendo en riesgo los logros alcanzados en la reducción del hambre y la malnutrición en la región.  

 

27 de enero de 2025, Santiago de Chile._ Los patrones de la variabilidad del clima y los eventos extremos están impactando negativamente todas las dimensiones de la seguridad alimentaria y reforzando otras causas subyacentes de la malnutrición en todas sus formas en América Latina y el Caribe, dice el Panorama Regional de Seguridad Alimentaria y la Nutrición 2024. El informe, publicado hoy, afirma que América Latina y el Caribe se ubica como la segunda región del mundo más expuesta a eventos climáticos extremos después de Asia.

En esta región, al menos 20 países (el 74 por ciento de los países analizados) enfrentan una alta frecuencia de tales eventos, lo que indica una exposición significativa, y 14 (52 por ciento) se consideran vulnerables porque tienen una mayor probabilidad de tener un impacto en la subalimentación debido a estos fenómenos. El impacto de los eventos extremos se ve exacerbado aún más por los persistentes desafíos estructurales: conflictos, desaceleraciones económicas y crisis, así como por factores subyacentes como los altos niveles de desigualdad, la falta de acceso a dietas saludables y su inasequibilidad, y entornos alimentarios poco saludables.

Según el informe, entre 2019 y 2023, la prevalencia de la subalimentación aumentó 1,5 puntos porcentuales en todos los países afectados por la variabilidad climática y los eventos extremos, siendo más grave para aquellos países que experimentan recesiones económicas. Las poblaciones más vulnerables se ven afectadas de manera desproporcionada, porque tienen menos recursos para adaptarse.

El informe destaca la necesidad urgente de acelerar la acción para desarrollar la resiliencia dentro de los sistemas agroalimentarios, que son críticos para el progreso de la región hacia la eliminación del hambre y la malnutrición en todas sus formas. La sostenibilidad a largo plazo de los sistemas agroalimentarios debe ser garantizada, dice el informe.

 

Hambre e inseguridad alimentaria disminuyeron por segundo año consecutivo 

 

Según el informe, el hambre afectó a 41 millones de personas en la región durante 2023. Esto representa una disminución de 2,9 millones de personas respecto a 2022 y de 4,3 millones de personas respecto a 2021. Sin embargo, a pesar de los avances regionales, existen disparidades entre subregiones. La prevalencia del hambre ha ido en aumento durante los últimos dos años en el Caribe, alcanzando el 17,2 por ciento, mientras que se ha mantenido relativamente sin cambios en Mesoamérica, en el 5,8 por ciento.

En cuanto a la inseguridad alimentaria moderada o grave, la región también demostró avances por segundo año consecutivo, cayendo bajo el promedio mundial por primera vez en 10 años. En total, 187,6 millones de personas en la región experimentaron inseguridad alimentaria, 19,7 millones menos que en 2022 y 37,3 millones menos que en 2021.

Esta reducción se explica por la recuperación económica de varios países de América del Sur debido a programas de protección social, esfuerzos económicos postpandemia y políticas específicas destinadas a mejorar el acceso a los alimentos.

De acuerdo con el informe, para el periodo 2021-2023 la cifra de subalimentación para Colombia fue de 4,2% (2,2 millones de personas), lo que ubica al país en este indicador por debajo del promedio regional (6,6%) y del promedio mundial (9,1%), con casi un punto porcentual menos que lo reportado para el periodo 2014-2016, cuando alcanzaba el 5,1%.

Mientras que, para el mismo periodo, en Colombia la prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave fue de 30,7 % afectando a 16,3 millones de personas. Esta prevalencia se encuentra por debajo del promedio regional (31,3%) y por encima del promedio mundial (29%).

El informe refleja también que la inseguridad alimentaria afecta de manera más pronunciada a determinados grupos de población, como las comunidades rurales y las mujeres. La brecha de género en América Latina y el Caribe sigue siendo más elevada que el promedio global. 

 

El desafío de la malnutrición bajo la perspectiva de la variabilidad del clima 

 

El Subdirector General y Representante Regional de la FAO para América Latina y el Caribe, Mario Lubetkin relevó la importancia del Panorama 2024 considerando que: “la variabilidad del clima y los eventos extremos son una amenaza para la estabilidad de la seguridad alimentaria y la nutrición” y agregó: “la importancia de implementar una respuesta integral, basada en políticas y acciones diseñadas para fortalecer la capacidad de los sistemas agroalimentarios. Esta resiliencia permite anticipar, prevenir, absorber, adaptar y transformar, de manera positiva, eficiente y eficaz frente a diversos riesgos, incluyendo los desafíos asociados al cambio climático y los eventos extremos”.

En cuanto a la malnutrición, el reporte informa que el retraso en el crecimiento afectó al 22,3 por ciento de los niños menores de 5 años en el mundo en 2022. En América Latina y el Caribe, la prevalencia se estimó en 11,5 por ciento, significativamente por debajo del promedio mundial. Si bien la región ha experimentado reducciones notables desde principios del milenio, el progreso se ha desacelerado en los últimos años.

En 2022, el 5,6 por ciento de los niños menores de cinco años a nivel global estaban afectados por sobrepeso, mientras que en América Latina y el Caribe la prevalencia alcanzó el 8,6 por ciento, es decir, 3,0 puntos porcentuales por encima de la estimación global. Esta prevalencia regional también ha crecido más rápido que la tasa global, aumentando 1,2 puntos porcentuales entre 2012 y 2022, en comparación con solo 0,1 puntos porcentuales en todo el mundo. Dentro de la región, las tendencias varían significativamente, con América del Sur impulsando en gran medida el aumento, mientras que Mesoamérica y el Caribe han mostrado una mayor estabilidad en los últimos años.

El informe también identifica la falta de acceso económico a dietas saludables como una cuestión crítica. En 2022, 182,9 millones de personas en América Latina y el Caribe no podían permitirse acceder a ellas. Esto marca una mejora de 2,4 puntos porcentuales en comparación con 2021, lo que significa que 14,3 millones de personas más pueden permitirse una dieta saludable.

Datos que para el caso de Colombia muestran que para 2022 (última cifra reportada) el costo de una dieta saludable fue de 4,13 dólares PPA (por debajo del promedio regional de 4,56 dólares PPA por persona por día y por encima del promedio mundial de 3,96 dólares PPA por persona por día). Esto se traduce que un 36,6% de la población de Colombia (19 millones de personas) no pudo acceder a una dieta saludable.

“El sobrepeso y la obesidad son un creciente desafío en la región y un factor de riesgo clave para las enfermedades no transmisibles. Una dieta saludable es la base para la salud, el bienestar, el crecimiento óptimo y el desarrollo. La OPS posiciona la salud como piedra angular para la transformación de sistemas alimentarios, promoviendo políticas fiscales, incluyendo impuestos, políticas públicas de compra de alimentos saludables, la regulación de la publicidad, incluidos los sucedáneos de la leche materna; la inocuidad de los alimentos, la reformulación de productos alimentarios y el etiquetado frontal”, indicó el Jarbas Barbosa, Director de la Organización Panamericana de la Salud.

Las agencias enfatizaron la necesidad de acelerar aún más las inversiones y acciones destinadas a crear capacidades de largo plazo para responder a la variabilidad del clima y los eventos climáticos extremos.  

 

El Panorama de la seguridad alimentaria y la nutrición de cara a eventos climáticos extremos en Colombia

 

De acuerdo con Agustín Zimmermann, representante de la FAO en Colombia, una primera necesidad que tiene el país para hacer frente a estas vulnerabilidades es la identificación estadística de la situación nutricional, pues si bien se ha hecho un esfuerzo en la actualización de la data en materia de seguridad alimentaria (acceso a alimentos), es preciso identificar también la calidad de los alimentos que están consumiendo los habitantes de Colombia.

En cuanto a la atención de eventos climáticos extremos, es necesario seguir adelantando acciones anticipatorias como las desarrolladas frente al fenómenos de El Niño, que históricamente en Colombia en repetidas ocasiones ha generado amplias afectaciones a las comunidades, así como cuantiosas pérdidas económicas y de medios de vida debido al aumento en las temperaturas y las precipitaciones.

“El modelo de Acción Anticipatoria implementado por la FAO en Colombia ha generado un retorno de USD $14,53 por cada dólar invertido, demostrando que la inversión en prevención es clave para construir un futuro más resiliente”, explica Zimmermann.

“En este modelo, que hemos desarrollado en alianza con el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, así como agencias de cooperación y otras instituciones, permitió que en los últimos dos últimos años más de 100.000 personas (25.000 familias) de La Guajira, el Cesar, La Mojana, y Chocó hicieran frente con medidas anticipatorias, permitiéndoles ser resilientes y evitar pérdidas en sus medios de vida agropecuarios, y con ello garantizar su seguridad alimentaria”, agregó.

Dentro de las recomendaciones que deja Zimmermann frente a la situación se encuentran:

  • Fortalecer los sistemas de alertas temprana y ampliar el desarrollo del modelo de acciones anticipatorias en el sector agropecuario
  • Ampliar la línea de seguros agropecuarios y los programas de protección social para comunidades rurales
  • Generar articulación interinstitucional para el desarrollo de estos programas de atención en gestión del riesgo y amenazas en el sector agropecuario.
  • Fomentar el desarrollo de políticas que promueven la resiliencia agroclimática, proporcionando mayor integración en el funcionamiento de los sistemas agroalimentarios.
  • Impulsar la implementación de prácticas de producción sostenible en la ruralidad, a la vez que se fomentar una mayor demanda local de alimentos acudiendo a modelos como el de circuitos cortos de comercialización.

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