Racionamiento de agua en Bogotá: 5 consejos sostenibles desde la Educación Superior con el cuidado del agua
Escrito por Jose de Jesus Prieto on 16/04/2024
Una familia promedio en Colombia consume aproximadamente 12.600 litros
de agua al mes para el desarrollo de sus actividades.
Colombia, abril de 2024. Debido a la situación de racionamiento de agua que
enfrenta la ciudad como consecuencia de la prolongada sequía derivada del
Fenómeno del Niño, se han afectado significativamente las fuentes hídricas que
abastecen a Bogotá y municipios aledaños. Esta falta de precipitaciones ha
generado una disminución en los niveles de los embalses y ríos, poniendo en
riesgo el suministro de agua potable para la población. Por ello, es necesario
implementar medidas de conservación y acción eficiente para hacer frente a esta
situación de escasez hídrica que afecta la salud y bienestar de la comunidad.
Según un reporte del Acueducto de Bogotá, el volumen de almacenamiento en
estos últimos meses del año, apenas llega a un 54,23% en el Sistema Norte;
44,34% en el Sistema Sur y en un 16,97% el Sistema Chingaza para un total de
volumen del sistema de 45,17%. Esto se logra evidenciar en una familia promedio
en Colombia, pues se estima que consumen 12.600 litros de agua al mes en sus
diversas actividades y teniendo en cuenta la alimentación, transporte y vestuario.
Conforme con ello, la educación superior se posiciona como un aliado clave en la
búsqueda de soluciones sostenibles para el cuidado del agua. Desde la
Universidad de América se han implementado distintos planes de acción que
ponen en práctica la investigación, innovación y concienciación en torno a la
importancia de este recurso vital, pues para la institución es fundamental la
construcción de un futuro más resiliente y sostenible.
Por esta razón, en respuesta a los desafíos que se deben enfrentar en la
actualidad, la educación superior ofrece 5 consejos sostenibles prácticos que
guían a los hogares colombianos a gestionar adecuadamente y de manera
eficiente el agua:
Captación de agua de lluvia: esta es una práctica sostenible que consiste en
instalar sistemas de recolección de agua pluvial para su posterior
aprovechamiento en tareas domésticas y riego de jardines. Estos sistemas pueden
incluir la instalación de tanques de almacenamiento, canaletas y filtros para
recoger y purificar el agua lluvia, reduciendo así la dependencia de fuentes de
agua potable y contribuyendo a la conservación de este recurso vital.
Reutilización de aguas grises: la reutilización de aguas grises es una práctica
sostenible que implica el tratamiento y aprovechamiento de las aguas residuales
domésticas para usos no potables, como la limpieza. Mediante sistemas de
filtración y tratamiento adecuados, las aguas grises pueden ser depuradas y
utilizadas de manera segura y eficiente, reduciendo así la demanda de agua
potable y disminuyendo la carga sobre los sistemas de alcantarillado.
Implementación de tecnologías eficientes: esta implementación de tecnologías
eficientes consiste en la adopción de dispositivos de bajo consumo de agua, como
grifos y duchas de bajo flujo, con el objetivo de reducir el desperdicio del recurso
vital. Están diseñadas para optimizar el uso del agua sin comprometer la calidad
de vida, permitiendo un uso más responsable y sostenible del recurso hídrico.
Educación y concienciación: promover la educación sobre el uso responsable
del agua y la importancia de conservar este recurso es fundamental para fomentar
una cultura de sostenibilidad en la comunidad y en las instituciones educativas. A
través de programas educativos, programas de concienciación y actividades
prácticas, se busca sensibilizar a las personas sobre la relevancia del agua como
recurso limitado y la necesidad de adoptar prácticas responsables en su consumo
y cuidado.
Restauración de ecosistemas acuáticos: la restauración de ecosistemas
acuáticos es una estrategia clave para mejorar la del agua y mover la
biodiversidad en humedales, ríos y cuerpos de agua. Al apoyar la restauración de
estos ecosistemas, se contribuye a la recuperación de hábitats naturales, la
filtración natural del agua y la creación de corredores biológicos que favorecen la
diversidad de especies.
En conclusión, al educar a la población sobre la importancia de conservar el agua,
se promueve el cambio de hábitos y comportamientos hacia uso más eficiente y
consciente del recurso hídrico, generando un impacto positivo en preservación del
medio ambiente y la garantía de un acceso equitativo al agua para la comunidad.
Así mismo, “la restauración de ecosistemas acuáticos ayuda a la promoción de la
salud de los ecosistemas y el bienestar de las comunidades que dependen de
estos recursos naturales. Esto permitirá fortalecer la resiliencia de los ecosistemas
frente al cambio climático y se garantiza la disponibilidad de agua limpia y
saludable para las generaciones presentes y futuras” – puntualiza Mario Posada
García-Peña rector de la Universidad de América.