¿Cómo volver a creer en nuestros dirigentes?

Escrito por on 26/02/2024

 

Así está el reto de la política hoy

La desconfianza sociopolítica puede tener consecuencias letales para las
instituciones y gobiernos democráticos, de ahí viene un reto grande para

recuperar la confianza pública y la legitimidad.

País, año – Latinoamérica atraviesa por climas inesperados en materia de elecciones.
El año pasado, los candidatos de la oposición fueron los grandes ganadores pese a
los pronósticos que apuntaban hacia el triunfo de los candidatos oficialistas, mientras
este año el panorama demuestra todo lo contrario, tanto en presidencias como
alcaldías.
Quizás se deba esto al rol que están teniendo los electores con sus dirigentes y las
reacciones que las figuras políticas y sus discursos generan en un pueblo cada vez
más enterado —de manera directa, sin intermediarios—con lo que dicen y hacen sus
líderes.
Es una nueva manera de ver el juego político en tiempos de hiperconexión. Como lo
explica Anna López Ortega, Máster en Gestión de Análisis y Políticas Públicas y
docente: «La creciente personalización de la política lleva a que el grado de confianza
institucional o política dependa, en buena medida, de las evaluaciones concretas que
la ciudadanía hace de los principales líderes políticos que representan las instituciones
centrales del Estado».
La experta, quien dirige el Máster en Comunicación y Marketing Político de la
Universidad Internacional de Valencia – VIU, perteneciente a Planeta Formación y
Universidades, enfatiza que la confianza se vuelve determinante para un buen
desempeño de las instituciones políticas en una democracia representativa.
La confianza es la clave para una relación saludable entre los políticos y el
pueblo
A lo largo de la historia se puede comprobar cómo tiene más chance de llegar al poder
aquellas figuras que se presentan a su pueblo como líderes natos, honrados,
transparentes, inspiradores, capaces de ejecutar cambios reales. A partir de ahí viene
la ardua tarea de fortalecer la confianza mediante un discurso con ética. Esto, claro,
dependerá de la coherencia y transparencia del líder y su discurso.
«La principal premisa del liderazgo político democrático es que, si no se cree en los
líderes, tampoco se creerá en sus mensajes», apunta Anna López Ortega. «De hecho,
en las democracias, la confianza en los líderes políticos juega una función esencial ya
que el vínculo entre representantes y representados se construye, fundamentalmente,
sobre la confianza personal que inspiran los candidatos».
Si la confianza está bien construida, el electorado estará más dispuesto a acatar las
normas, a pagar sus impuestos, respetar las leyes, en fin, a asumir los deberes que
tienen como ciudadanos.

No obstante, Latinoamérica viene de un largo periodo de desencanto político, lo que
no es saludable para ninguna nación. Un alto nivel de confianza en los líderes
democráticos y las instituciones políticas son sinónimos de buena democracia o de
calidad democrática, y contados son los casos donde se pueda afirmar algo así en el
continente.
Por qué las personas no creen ni confían en los políticos
Al indagar el porqué de ese distanciamiento entre los ciudadanos y sus entes
gubernamentales y líderes políticos, Anna López Ortega señala que hay varios
detonantes de esta desafección política: la falta de resultados; la frustración y/o
cambio de expectativas sociales; el mal funcionamiento regulador de los conflictos de
intereses, la falta de transparencia en la gestión de actores e instituciones; su
ineficiencia e ineficacia; o la corrupción de la clase política, entre otros.
«Ha habido también un incremento de los niveles de alienación política, competencia o
cinismo, y la generalización de los sentimientos de falta de poder e influencia de los
ciudadanos sobre las decisiones políticas», detalla la experta de VIU. «Por otro lado,
también se han producido cambios bruscos en los comportamientos electorales, en
forma de aumento de la volatilidad electoral, que tienden a desestabilizar los sistemas
de partidos establecidos y la disminución del grado de implicación colectiva en las
organizaciones de carácter político».
Tres consejos para fortalecer la ética y la confianza en el discurso político
Existen tres grandes comportamientos que podrían beneficiar este clima de
desconfianza político en las naciones, aplicable también al sector económico, según
indica Anna López Ortega:
Compromiso: los dirigentes de los partidos deben comprometerse con la protección
de las instituciones básicas, lo que exige descartar el discurso y la lógica de la política
del jurista Carl Smith de «amigo/ enemigo» y reencontrarse con el de adversario.
Madurez: necesitamos una sociedad madura, cuya participación en los asuntos
públicos vaya más allá del voto, o del «me gusta» / «no me gusta», desterrando
también la perniciosa distinción entre Nosotros y Ellos.
Ética: se debe potenciar la ética en la esfera económica y trabajar el valor de la
«amistad cívica». También reconocer la importancia de la educación en temas de la
filosofía y ética, para que sea una sociedad ilustrada, capaz de argumentar, razonar y
comprometerse con estos temas.
«Una política que prescinde de la ética es, sencillamente, mala política», concluye la
experta de VIU. «Si los ciudadanos desconfían de sus líderes democráticamente
elegidos, estos últimos no podrán convencer con sus discursos a los primeros, lo que,
a su vez, puede originar una progresiva deslegitimación política y la consiguiente
ruptura entre gobernantes y gobernados».
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